Estuve absorta
ensimismada mirando
a través de ese cristal
durante siglos
La conversación
se hiló y
deshilvanó
múltiples veces
Y mi mirada,
junto a mi espíritu
flotaban hacia fuera
-¡no puedo acompañar a vuestras voces...!-
No consigo enhebrar
sin más, como si nada
incorporarme a vuestra
cálida charla
No sabría permitir
que mi pecho no
volase, que mi mirar
no se extravíe
Si es que desea
volverse perdida
mirada vacía
pendiendo de un sueño
Descolgarla y malograr
el vaho. No me atrevería
a impedirlo. Mi respiración
despega con ella…
Ninguna está ya aquí,
llueve estrepitosamente
y la ribera del río se
desmorona desbordada.
Asiento. Ya… Sí… Ajá…
sin prestar mucha atención
melancólicamente,
más allá.
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