Hoy quiero
traerte a casa
-No pienso marcharme
Sin ti-
y bajo
el muérdago
extraer
todo
tu poder
y el temblor.
Lo cerca
que jamás
hemos estado.
Anclarte
al sofá
como si
-férreo-
fueras
de brea y
exprimirte.
sacudirnos
en el tímido
escalofrío.
Y quemarme,
quemarme
del todo
de mirar
tu pegadizo fuego,
abrasada
pereciendo
en tu piel
incandescente
y no queriendo
despegar(me).
Tocarte
como si
fueras
de ébano
¿Para qué competir?
¿Contra qué ídolos?
Besarte
como quien
besa el
centro mismo
de la
gravitación
y pierde
el Equilibrio
y la noción
del tiempo-espacio.
Y bailar
con seres
invisibles
una danza
frenética
e imparable.
Te observo y
me prende con
-tal fuerza-
una llama inextinguible
que supongo,
tú no ves,
que yo pienso,
sin embargo
ha de ser incluso,
escandalosa
¿Tú la notas?…
¡Que me estoy
fundiendo
aquí a tu lado…!
Y no sé cómo
no me había
dado cuenta.
Porque te miro
y no lo entiendo.
Quiero
abrirte los ojos
esta noche
y que sepas
que quiero
contigo
la fragua,
el riesgo,
la lucha y
surcándonos
completos
abarcarte y
acabarte prendido.
Bajo el muérdago.
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